domingo, 20 de diciembre de 2009

NUESTRA DIVERSIDAD CREATIVA

NUESTRA DIVERSIDAD CREATIVA

Compromiso con el pluralismo

Ninguna cultura es una entidad herméticamente cerrada. Todas las culturas están influenciadas por otras culturas y a su vez ejercen influencia sobre éstas.
Hoy día, conforme el mundo se integra y se diversifica simultáneamente, la principal tarea que se plantea en el terreno político es sin duda alguna la del pluralismo cultural, esto es, la doble tarea de alcanzar la unidad en la diversidad, de alimentar la "diversidad creativa" que es la mayor riqueza de la especie humana, al tiempo que se organiza esta diversidad de manera que ayude a los pueblos del mundo a convivir mejor.
La pluralidad de culturas no es algo propio únicamente de nuestra época, pues muchas sociedades han estado formadas durante largo tiempo por distintas comunidades culturales y han asumido la diversidad a su manera, aunque la cultura contemporánea es incluso más plural y posee determinadas características singulares que la distinguen de las sociedades premodernas. Esta pluralidad se da en el contexto de una mundialización económica y cultural cada vez más acusada, que por un lado conduce a una homogeneización en muchos aspectos, y, por otro, a una conciencia cada vez mayor de la heterogeneidad. La pluralidad también despierta el temor a perder la identidad y estimula el redescubrimiento o la invención de tradiciones autóctonas en que apoyar y con las que legitimar el sentimiento de diferencia de cada cultura. Ahora bien, todas las sociedades tienen diferencias culturales propias, no sólo por lo que hace a la etnia, sino también a los sexos, las edades, las creencias religiosas, las tradiciones de los grupos profesionales y sociales, por citar sólo algunos aspectos. La asunción de estos distintos fenómenos ha pasado a ser no sólo un imperativo ético, sino además una cuestión profundamente utilitaria. Algunos Estados han abordado estas cuestiones aplicando políticas decididamente multiculturales, en tanto que otros se adhieren a una actitud explícitamente asimilacionista, que no deja lugar, o apenas, al mantenimiento de prácticas culturales diferenciadas.

Hoy día, la mayoría de las sociedades deben conjugar las demandas de unidad y de diversidad de maneras concretas y cotidianas y con independencia de que las semejanzas y las diferencias procedan del género, las creencias religiosas, las tradiciones, etc. A falta de unidad, se disgregan y no pueden adoptar y aplicar colectivamente decisiones vinculantes ni suscitar un espíritu de comunidad. En cuanto a la diversidad, no sólo es ineludible, sino además un factor positivo y contribuye al bienestar colectivo.

Según la Comisión Mundial subraya que la diferencia cultural desencadena conflictos violentos "sólo cuando es movilizada y manipulada con ese fin", produciendo resultados que van desde la exclusión social al racismo y la violencia contra la mujer. Abundan quienes temen la diversidad cultural por esas consecuencias negativas y, por ese motivo, se abstendrían de toda política pluralista. Cada vez se acumulan más las pruebas, recogidas en países en los que se han aplicado planteamientos multiculturales a pesar de los problemas económicos cada día más graves, como la recesión, según las cuales esas políticas no han provocado fragmentaciones ni conflictos, sino que han ayudado a la integración cultural y política. Ahora bien, esas políticas pueden causar insatisfacción entre los grupos mayoritarios, los cuales pueden a su vez provocar consecuencias negativas no deseadas. En otros casos se ha tratado a las comunidades culturales como grupos absolutos y cristalizados, siendo así que, en realidad, los grupos culturales no son unitarios y que a menudo hay dentro de ellos debates acalorados acerca de su identidad, sus límites y sus aspiraciones.
¿Cómo ir más allá del multiculturalismo, el cual, a fin de cuentas, se puede reducir a una yuxtaposición de culturas, y avanzar hacia un espíritu más profundo de ¿interculturalismo? adaptado a un mundo de movimientos, contactos, intercambios y negociaciones que dan lugar a identidades y culturas dinámicas y flexibles, no estáticas ni rígidas? ¿Cómo integrar ese espíritu en todos los objetivos del desarrollo en sectores como la política social, la gobernabilidad democrática, los medios de comunicación y las industrias culturales, la conservación del patrimonio, etc.? En particular, la educación puede y debe desempeñar una función en la preparación de la gente a la vida en una sociedad multicultural, inculcando valores y actitudes que susciten la tolerancia, el respeto mutuo y un comportamiento democrático, además de un conocimiento elemental de los demás.
Para que las políticas culturales correspondan a las necesidades y las visiones de las mujeres y ayuden a edificar nuevas relaciones de igualdad entre las mujeres y los hombres, deberán asumir, como principio vinculante, la igualdad e integrar plenamente la perspectiva de las relaciones de géneros. Para alcanzar una verdadera "diversidad creativa", habrá que reconocer plenamente la riqueza que suponen el talento y la labor de las mujeres.
Hay preocupaciones específicas tales como la protección de los derechos culturales de las minorías, la necesidad de un verdadero compromiso mundial para luchar contra el racismo y la xenofobia allí donde se produzcan, y la prevención contra la politización de la religión y la consiguiente subida del extremismo. Además, hay que considerar con más respeto a las culturas de los millones de indígenas que existen en el mundo: es indispensable proteger sus derechos, desarrollar modelos apropiados para fomentar su educación y brindarles un mayor acceso a los instrumentos de la comunicación moderna.
Los derechos culturales tiene cada día más peso en la conciencia general de lo que son los derechos humanos, pero aún no ha alcanzado igual importancia en los programas políticos. Aunque a menudo las violaciones masivas de los derechos humanos están motivadas por consideraciones culturales, en el marco actual de protección de los derechos humanos no existe ningún recurso adecuado contra ello, lo cual incitó a la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo a instar a que se establecieran "normas que aseguren la protección y el ejercicio efectivo de los derechos culturales" y mecanismos para hacer presión sobre quienes violen esos derechos.
Cuando la cultura se considera como base del desarrollo, la noción misma de política cultural, debe ampliarse. Toda política de desarrollo debe ser profundamente sensible e inspirarse en la cultura.
El desarrollo cultural es el objeto mismo de la política cultural. Se refiere a un segmento de la actividad social, a saber, la promoción de las artes y la vida cultural, incluyendo la protección del patrimonio cultural.
La importancia económica del sector cultural es un hecho ampliamente reconocido. Desde hace varios años los defensores de la asignación de recursos a las artes han empezado a utilizar los estudios de impacto económico, que han resultado ser particularmente útiles en la argumentación de recortes contra recortes presupuestales. Este tipo de estudios proporcionan justificaciones de orden económico y financiero, además de demostrar que las artes generan ingresos y oportunidades de empleo. También han demostrado que sobre todo en los países desarrollados, la contribución del sector de la cultura al producto nacional bruto es mucho más importante que lo que uno se imagina.
En este clima, es más necesario que nunca cultivar la creatividad humana, dado que las personas, las comunidades y las sociedades únicamente se pueden adaptar a lo nuevo y transformar su realidad mediante una imaginación e iniciativa creadoras". En esta noción de la creatividad como tarea normativa se reconoce plenamente la excelencia estética y el acto individual de la creación, pero se va más allá. Si bien se abarca "la contribución esencial que el arte y los artistas aportan a una mejor calidad de vida, al desarrollo de la sociedad...", reafirmada por el Congreso Mundial de 1997 sobre la Aplicación de la Recomendación relativa a la Condición del Artista, también se considera en ella que la actividad creadora es fruto de la experiencia comunitaria y se reconoce que la autonomía creativa del artista está por ende condicionada por las fuerzas del mercado. Hoy día, la capacidad de ganar dinero y la de autofinanciarse son tal vez tan esenciales para el florecimiento de las artes como la originalidad y la innovación. Incumbe a las autoridades desempeñar un papel más decidido pero más discreto en el fomento de esa creatividad y es este nuevo contexto el que impulsa a los gobiernos a replantear su función. Hoy día, se les invita a facilitar la expansión de las "industrias de contenido" y a promover la innovación en un amplio abanico de tecnologías, en la organización industrial y en la formación y la reconversión de los trabajadores. En términos aún más generales, se les pide que ayuden a encauzar la actividad creadora con miras a acrecentar la autonomía y la participación de los ciudadanos, a fin de fortalecer la democracia, construir y administrar mejor las ciudades y revitalizar las comunidades rurales. En cada una de estas esferas los gobiernos se hallan ante la tarea de suscitar condiciones propicias para que los artistas, los empresarios culturales y los ciudadanos puedan reflexionar, actuar y trabajar de manera creativa.
También se observa una reconfiguración de las culturas locales debido a la mundialización e integración regional. Pues bien, aún se considera que los intercambios culturales internacionales forman parte de la política exterior de los países, mientras que en los ámbitos culturales se ha producido una importante reorientación hacia el establecimiento de redes internacionales (coproducciones, exposiciones, conferencias o festivales conjuntos), que facilita compartir los gastos, alcanzar economías de escala y la posibilidad de comercialización internacional. La internacionalización del mercado se manifiesta en una cooperación transfronteriza cada día mayor entre las distribuidoras de películas, las empresas de radio y televisión, los editores y la industria musical.
El aprovechamiento de la creatividad para mejorar las relaciones sociales es otro elemento fundamental. Durante mucho tiempo se han utilizado numerosas formas de expresión cultural en los programas de desarrollo a fin de reforzar la identidad colectiva y un sentimiento de comunidad, sensibilizar frente a la injusticia social y otros problemas, e impulsar el discurso democrático y la mediación social. Hoy día, cuando las fuerzas de la exclusión y la intolerancia están nuevamente en alza, la creatividad es más esencial que nunca para que los individuos y las comunidades reconstruyan la manera de vivir juntos y busquen una nueva convivencia, en los planos tanto local como mundial, tarea primordial del desarrollo humano sostenible en el siglo XXI
La Comisión Mundial también recomendó que las escuelas fomentaran más activamente el respeto de la diversidad de las culturas. De ahí la necesidad del multilingüismo desde una edad temprana, empezando por la lengua materna e incluyendo la iniciación a la pluralidad de culturas y creencias. La enseñanza de la historia y la geografía también debería familiarizar a los alumnos con todos los agentes de la historia, los encuentros entre tradiciones culturales y los planteamientos interdisciplinarios. Habría que elaborar manuales escolares que propiciasen la sensibilidad cultural y creasen conciencia de los valores compartidos y una visión común del futuro. Un sistema educativo que responda simultáneamente a las exigencias de la integración mundial y nacional y a las necesidades concretas de comunidades culturalmente distintas favorecerá una conciencia de la diversidad y el respeto a los demás.
La lectura y la escritura constituyen la base de todas las capacidades de comunicación. Una escritura imaginativa es esencial para el desarrollo de la creatividad y una participación social lograda.
Finalmente existe consenso a nivel mundial sobre la importancia de la cooperación multilateral para la preservación, promoción y participación en actividades culturales.


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domingo, 13 de diciembre de 2009

LIDERAZGO DE CAMBIO PROFUNDO
Senge
En este mundo de hoy, esta idealización del gran liderazgo lleva a una busca interminable de figuras heroicas capaces de salvarnos a los de más de instituciones recalcitrantres, no competitivas. Frente a la necesidad práctica de cambio significativo, optamos por el lider héroe en lugar de dasarrollar capacidad de liderazgo en toda la organización.
Muchas de las grandes estrategias del líder nunca se llevan a la práctica sino que la gente sigue haciendo las cosas a su manera habitual. No se liberan energías para crear nuevos productos o nuevas formas de atender a las necesidades de los clientes porque los empleados estan demasiado preocupados compitiendo unos con otros por complacer a los jefes. El mito del jefe héroe crea un círculo vicioso de cambio drástico impuesto desde la cumbre y disminución de la capacidad de liderazgo en la organización, lo cual lleva con el tiempo a nuevas crisis y más líderez héroes.
En el mundo de los negocios este circulo se extiende a la comunidad inversionista. Las presiones de los inversionistas, que exigen mayores utilidades a corto plazo, llevan a pedir una directiva más agresiva. Surgen nuevos liderez héroes que puedan mejorar el rendimiento a corto plazo, pero sus estrategias por lo general excluyen inversiones a largo plazo en el desarrollo de capacidades colectivas de innovar, lo cual hace inevitable que a la larga los rendimientos sean mediocres.
Estos planteamientos anteriores llevan a los autores de este libro a dos conclusiones. En primer lugar, la gente, especialmente en las compañías grandes, se ha vuelto muy escéptica en cuanto a modas pasajeras de administración. En segundo lugar, aprecia las diferencias sustanciales entre cumplimiento y compromiso. La palabra compromiso se ha puesto de moda porque se cree generalmente que los ambientes de trabajo de alto compromiso son más productivos y probablemente también porque muchos directivos no se sienten comodos ordenandoles a los empleados que cumplan con las directivas de la administración. Pero lo cierto es que la mayor parte de los esfuerzos de cambio impulsados por la administración no requieren compromiso. Se basan en el cumplimiento. Sabiéndo que es difícil discernir entre visiones y órdenes, los directivos cuerdos cuando bajan por la jerarquía utilizan el poder de su posición con mucho más cuidado porque buscan fomentar más que sólo cumplimiento.
Hoy en los negocios la palabra lider se ha vuelto sinónimo de alto directivo. Esto presenta dos problemas. Primero, implica que los que no están en una posición de alta dirección no son lideres. Segundo, nos deja sin una definición real de liderazgo, pues si es simplemente una posición en la jerarquía, nohay una defic¡nición independiente de liderazgo.