sábado, 7 de noviembre de 2009

Hemos visto cómo funciona el Principio dé Peter en algunas jerarquías sencillas, sistemas escolares, fábricas, talleres de reparación de automóviles, etc. Examinemos ahora las jerarquías,más complejas, de la política y el Gobierno.
Durante una de mis conferencias, un estudiante latinoamericano, César Inocente, dijo:
-Profesor Peter, me temo que la respuesta a lo que yo quiero saber no la pueden dar mis estudios.
No sé si el mundo está gobernado por hombres inteligentes que nos están engañando o por imbéciles que no se recatan de serlo.
La pregunta de Inocente compendia los pensamientos y sentimientos que muchos han expresado.
Las ciencias sociales no han conseguido suministrar respuestas consistentes.
Hasta el presente, ningún politicólogo ha analizado satisfactoriamente el funcionamiento de los Gobiernos, ni ha predicho con exactitud el futuro político. Los marxistas han errado en su análisis tanto como los teóricos capitalistas. Mis estudios sobre jerarquiología comparada han puesto de manifiesto que los sistemas capitalista, socialista y comunista se caracterizan por la misma acumulación de personal superfluo e incompetente. Aunque mi investigación se halla todavía
incompleta, presento a continuación los resultados de la misma a manera de informe provisional.
Si consigo los fondos necesarios, completaré mi investigación sobre jerarquiología comparada.
Realizado esto, me propongo estudiar la jerarquiología universal.
INFORME PROVISIONAL
En toda crisis política o económica, una cosa es segura. Muchos ilustres expertos prescribirán muchos remedios diferentes.
El presupuesto no se nivela; A dice: «Elevad los impuestos.» B clama: «Reducid los impuestos.
Los inversores extranjeros están perdiendo confianza en el dólar; C solicita una política de restricción de créditos, mientras que D aboga por la inflación.
Hay disturbios en las calles. E propone se concedan subvenciones para ayuda de los pobres; pide la adopción de medidas favorables a los ricos.
Otra potencia hace gestos amenazadores. G dice: «Desafiadla.» H dice: «Apaciguadla.»
¿Por qué la confusión?
1) Muchos de los expertos han alcanzado en la actualidad su nivel de incompetencia: su consejo es desatinado o irrelevante.
2) Algunos de ellos tienen teorías válidas, pero son incapaces de llevarlas a la práctica.
3) En cualquier caso, ni las propuestas sensatas ni las insensatas pueden ser puestas
eficientemente en práctica, debido a que la maquinaria de gobierno es una vasta serie de entrecruzadas jerarquías, surcadas de incompetencia en todas direcciones.
Consideremos dos de las ramas de Gobierno: el Parlamento, que crea las leyes, y el Ejecutivo que, por medio de su ejército de funcionarios, trata de hacerlas cumplir.
EL PARLAMENTO
La mayoría de los Parlamentos modernos -aun en los países no democráticos- son elegidos por voto popular. Cabría pensar que los votantes, por su propio interés, reconocerían y elegirían a los estadistas más competentes para que los representasen en la capital. Esa es, en efecto, la teoría simplificada del Gobierno representativo. En realidad, el proceso es algo más complicado.
En la actualidad, la política se halla dominada por el sistema de partidos. Hay países que solamente tienen un único partido oficial; otros tienen dos; otros tienen varios. El partido político suele ser ingenuamente descrito como un grupo de personas de ideas semejantes que cooperan en promover sus intereses comunes. Esto ya no es válido. Esa función se halla hoy día enteramente desarrollada por los pasillos, y hay tantos pasillos como intereses especiales.
El partido político existe hoy primariamente como aparato para la selección de candidatos y para conseguir su elección.
Una raza a extinguir
Desde luego, de vez en cuando un candidato «independiente» resulta elegido gracias a su propio esfuerzo, sin contar con el apoyo de ningún partido. Pero debido al enorme gasto de las campanas políticas este fenómeno es muy raro en los niveles local y regional, y desconocido en las elecciones nacionales. Puede decirse que, en la política moderna, compete a los partidos la selección de candidatos.
La jerarquía del partido
Todo partido político, como cualquier miembro de ellos sabe, es una jerarquía. Cierto que la mayoría de sus miembros trabajan sin percibir remuneración alguna a cambio, y que, incluso, pagan por ese privilegio, pero existe, no obstante, una bien delineada estructura de grados y un definido sistema de ascenso de un grado a otro.
He expuesto hasta ahora el Principio de Peter en su aplicación a los trabajadores a sueldo. Acontinuación verá usted que también es válido en este tipo de jerarquía.
En un partido político, como en una fábrica o en un ejército, la competencia en un grado es requisito para el ascenso al siguiente. Un competente captador de votos a domicilio resulta elegible para el ascenso; puede que se le permita organizar un equipo de captadores de votos. El captador ineficaz o antipático continúa llamando a las puertas y alienando votantes.
Un rápido rellenador de sobres puede esperar llegar a jefe de un equipo de rellenadores de sobres; un incompetente rellenador de sobres continuará rellenando sobres lenta y torpemente, metiendo
dos octavillas en unos, ninguna en otros, doblándolas mal, dejándolas caer al suelo, etc., tanto
tiempo como permanezca con el partido.
Un competente recaudador de fondos puede ser ascendido a miembro del comité que designa al
candidato. Aun siendo un buen pedigüeño, tal vez no sea competente para juzgar a los hombres
como legisladores y tal vez apoye a un candidato incompetente.
Aunque la mayoría de los miembros del comité de designación se componga de competentes
jueces de hombres, este comité seleccionará al candidato, no por su potencial sabiduría como
legislador, ¡sino por su presunta capacidad para ganar las elecciones!

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